El Camino Correcto
El Camino Correcto
Durante mucho tiempo pensé que la vida me había condenado.
Pasé por la calle, el rechazo, la violencia y el olvido.
Me vi sin techo, sin rumbo, sin el abrazo de mis hijos,
y con el alma hecha pedazos.
Dormí donde el frío era un castigo,
comí cuando la suerte me encontraba,
y muchas veces solo escuché mi propia respiración…
como prueba de que aún estaba vivo.
Pero en ese abismo encontré algo que no esperaba:
una voz interna, suave pero firme,
que me decía: “Todavía no terminó tu historia”.
Y no, no terminó.
Dios me recogió en mis ruinas.
No como un juez que condena,
sino como un Padre que guía.
Comprendí que el camino más doloroso
fue también el más transformador.
No fue una caída:
fue una purificación.
Hoy camino con otras certezas:
no las que vienen del éxito o la aprobación,
sino las que se forjan en el barro y se levantan con fe.
Camino con amor, con gratitud, con espíritu reconciliado.
Y cada paso es una victoria.
No elegí el camino fácil…
pero Dios me mostró el correcto.
Testimonio de Dios en mi Vida
Hoy puedo decirlo con el corazón limpio y la mirada firme:
Dios no solo me salvó, me reconstruyó.
No me devolvió a lo que era,
sino que me hizo nuevo, desde lo más hondo.
No me quitó las cicatrices,
pero me enseñó a verlas como huellas de una historia santa,
una historia donde Él no se apartó ni un instante.
Cuando ya no creía en mí,
cuando el mundo me descartó,
cuando el dolor fue tan profundo que el alma se quería apagar,
Dios me sostuvo.
No con milagros ruidosos,
sino con silencios que abrazan,
con encuentros inesperados,
con una fe que creció en la intemperie.
Dios me encontró en el polvo,
y desde ahí me mostró el camino:
el del amor, la fe, la esperanza, la verdad…
el de nunca rendirse.
Por eso hoy doy testimonio:
no hay pozo tan hondo del que Dios no pueda sacarte,
ni historia tan rota que Él no pueda usar para Su gloria.
Si estás perdido, si te sentís olvidado,
si pensás que no valés nada…
recordá esto:
Dios no se rinde con vos.
Él tiene un plan.
Y si me levantó a mí, también puede hacerlo con vos.
Palabras, Solo Palabras
— Rubén Gustavo Ayala Williams
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