La Custodia y el Género: ¿Justicia o Injusticia?
La Custodia y el Género: Justicia Incompleta
Reflexión sobre la Custodia y el Género
La frase atribuida a V. Pellicer: “Cuando una mujer le roba a su ex el hijo en común lo llaman justicia. Cuando un hombre lucha por recuperar a su propio hijo, lo llaman violencia.” abre un espacio necesario para reflexionar sobre la desigualdad y los estereotipos de género que muchas veces envuelven los conflictos de custodia.
La lucha por los hijos es, en esencia, una lucha por el amor y el vínculo irrompible que se establece desde el nacimiento. Sin embargo, la sociedad ha construido un marco interpretativo donde los roles de género influyen profundamente en cómo se perciben estas disputas. Tradicionalmente, se asume que las madres son las principales cuidadoras, mientras que los padres, en muchos casos, son relegados a un papel secundario. Esto no solo distorsiona la realidad de muchos hombres que luchan genuinamente por estar presentes en la vida de sus hijos, sino que también afecta a los niños, quienes tienen derecho a crecer con el amor y el cuidado de ambos padres.
Los sistemas judiciales, en ocasiones, reflejan estas creencias sociales, interpretando el reclamo de un padre como un acto agresivo o inapropiado, mientras que la separación unilateral de una madre puede considerarse un acto de protección o justicia. Esta disparidad es un reflejo de una sociedad que aún necesita avanzar hacia un entendimiento más igualitario y equilibrado del concepto de familia.
La igualdad de derechos en la crianza es una deuda pendiente en muchos lugares del mundo. La verdadera justicia no debe estar sesgada por estereotipos; debe estar cimentada en el interés superior del niño, en su bienestar emocional y en el derecho a compartir su vida con ambos padres.
Los padres que luchan por la custodia de sus hijos no deben ser vistos como agresores, sino como seres humanos que claman por su derecho legítimo a amar y proteger. El verdadero amor paternal es un reflejo de compromiso, sacrificio y ternura, un vínculo que no debería ser juzgado por el género del que lo ejerce.
Es momento de replantear conceptos y abrir los ojos hacia una justicia más equitativa, una que reconozca el valor y el derecho de los padres a estar presentes en la vida de sus hijos. El amor de un padre no es violencia, es justicia en su forma más pura.
Justicia Incompleta: Mi Derecho como Padre
Hace seis años que no veo a Isaías Benjamín, mi hijo. El vínculo que nos unía se fue desgastando, no por voluntad propia, sino por un sistema que no me escuchó, que no entendió mi clamor de padre. Durante este tiempo, he golpeado puertas, he gritado mi verdad en el silencio de los tribunales, pero la justicia sigue sin oírme.
Me pregunto: ¿es justicia cuando un padre es separado de su hijo sin razón justa? ¿Es justicia cuando el amor de un padre se etiqueta como peligroso o violento por el simple hecho de luchar por ese derecho natural de estar presente?
No quiero más que mi hijo sepa que su padre nunca dejó de luchar por él, que su ausencia no fue elección, sino imposición. La justicia verdadera no debería distinguir géneros, solo amor y compromiso. Isaías Benjamín, donde quiera que estés, te espero con el mismo amor de siempre.
La Esperanza de un Padre
A pesar de los años y de los silencios impuestos, la esperanza sigue viva en mi corazón. Creo en una justicia que no distinga géneros, que valore el amor de un padre y el derecho de un hijo a crecer junto a él. Mi lucha por Isaías Benjamín no es solo mía; es de todos los padres que sueñan con abrazar a sus hijos nuevamente. Porque el amor de un padre no se mide en visitas o sentencias, se mide en la profundidad del corazón.
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