CUANDO SE ARRUGAN LOS SUEÑOS
CUANDO SE ARRUGAN LOS SUEÑOS
Por Rubén Gustavo Ayala Williams
Dicen que una persona no envejece cuando se le arruga la piel,
sino cuando se le arrugan los sueños,
cuando las esperanzas se apagan y la mirada se apoya en el suelo.
He visto cuerpos jóvenes con almas vencidas,
y rostros surcados por los años que aún brillan con la luz de la ilusión.
Porque la verdadera juventud no está en el espejo,
sino en el fuego interior que nos invita a seguir soñando,
a levantarnos una vez más,
a creer que lo mejor todavía puede llegar.
Hoy, más que nunca, renuevo mi promesa de no rendirme.
De seguir soñando, aunque duela.
De volver a empezar, aunque tiemble.
Porque mientras el corazón conserve un anhelo,
la vida sigue teniendo sentido.
No es el tiempo el que nos envejece,
sino el abandono de los sueños.
No son las canas ni las arrugas en la piel,
sino las grietas del alma donde se escurre la esperanza.
Uno no envejece cuando el cuerpo se cansa,
sino cuando el corazón deja de latir con deseo,
cuando la mirada ya no busca el horizonte,
y la voz se acostumbra al silencio del conformismo.
He aprendido —a fuerza de caídas—
que los años pesan menos que las decepciones,
y que una sola ilusión puede rejuvenecer todo un pasado.
Por eso hoy, aún herido, aún solo,
me abrazo a mis sueños como quien abraza a un hijo que no quiere perder,
y camino, paso a paso, hacia un mañana que me devuelva el abrazo,
la palabra, el hogar…
o al menos, la paz de haberlo intentado.
Porque mientras quede un suspiro que sueñe,
una palabra que cure,
y una lágrima que se transforme en semilla…
no habré envejecido del todo.
Derechos de la Propiedad Intelectual Ley 11723
Comentarios
Publicar un comentario