Aceptar para Vivir

 

Aceptar para Vivir

© Rubén Gustavo Ayala Williams — Palabras, Solo Palabras.
Todos los derechos reservados. Ley 11.723

Durante mucho tiempo, creí que vivir era resistir.
Una lucha constante entre el bien y el mal,
entre lo que debía ser y lo que no quería que fuera.
Me aferré a la idea de que solo lo luminoso tenía valor,
y rechacé cualquier atisbo de oscuridad,
como si negar el dolor fuera la única forma de preservarme.

Pensaba que aceptar era rendirse.
Que abrazar la sombra era claudicar ante ella.
Pero el tiempo —ese maestro que no pide permiso—
me mostró que la vida no es una guerra entre opuestos,
sino una danza sutil entre ellos.

Comprendí, lentamente, que dentro de cada luz hay una sombra,
y que en cada sombra habita una chispa de luz.
Que hay enseñanzas ocultas en la tristeza,
y verdad en el silencio que sigue a una pérdida.
Que el alma no se construye en la negación,
sino en la capacidad de atravesar lo que duele,
y de sostenerse incluso cuando todo parece tambalear.

Aceptar no es rendirse.
Aceptar es despertar.
Es mirar nuestra historia sin filtros ni ediciones,
con ternura hacia lo que fuimos
y coraje para abrazar lo que somos.

Es permitir que la vida nos moldee,
no desde el castigo, sino desde la transformación.
Porque lo que parecía una caída,
muchas veces era un llamado profundo a detenernos…
y mirar hacia adentro.

Y en ese mirar hacia adentro también descubrí
que aceptar es vital para reconstruir.
Para sanar lo dañado, para restaurar vínculos quebrados,
para perdonarnos y perdonar.
Aceptar lo vivido —con sus luces y sombras—
nos prepara para volver a confiar,
a amar, a intentar nuevamente.

Aceptar es entender que no somos mitades rotas,
sino totalidad en constante evolución.
Que el dolor no nos define, pero nos enseña.
Que cada cicatriz habla de una batalla superada
y cada abrazo sincero nos recuerda que todavía hay esperanza.

Entonces, ¿estamos dispuestos a cambiar?
¿Somos capaces de encontrar un nuevo rumbo?
Yo sí. ¿Y tú?




Comentarios

Entradas populares