Vida y Muerte: Un Mismo Camino

 La muerte le preguntó a la vida:

—¿Por qué todos te aman a ti y a mí me temen y me odian?

La vida respondió con una sonrisa melancólica:
—Porque yo soy una dulce ilusión… y tú, una inevitable verdad.

Diálogo Eterno

La muerte, con voz sombría,
a la vida preguntó:
"¿Por qué a ti te veneran,
y a mí me temen con horror?"

La vida, con dulce risa,
susurró con suavidad:
"Porque yo soy una promesa,
tú, en cambio, la realidad."

"En mí ven risas y sueños,
en ti, el frío y el final.
Soy el alba que despierta,
eres la sombra abismal."

Pero la muerte, serena,
respondió con compasión:
"Sin mí, tú serías un cuento
sin sentido, sin canción."

"Pues solo al saber que acabo,
aprenden a valorar
cada instante, cada beso,
cada sol y su brillar."

Así siguen su destino,
una al lado de la otra van,
una da razón a la risa,
la otra, a la eternidad.

Y aquel que teme a la muerte
y de la vida se aferra,
olvida que solo juntas
dan sentido a nuestra guerra.

Vida y Muerte: Un Mismo Camino

La vida y la muerte parecen opuestas, pero en realidad son dos caras de la misma moneda. Mientras vivimos, corremos tras sueños, amamos, reímos, sufrimos… y pocas veces pensamos en el final. Creemos que la vida nos pertenece, que el tiempo es nuestro aliado, pero olvidamos que cada segundo que pasa es un paso más hacia lo inevitable.

La muerte no es enemiga de la vida, sino su complemento. Es ella quien nos enseña el valor del presente, quien nos recuerda que cada abrazo podría ser el último, que cada palabra no dicha puede convertirse en un eterno silencio. Si la vida fuera infinita, ¿acaso apreciaríamos cada instante?

No debemos temerle a la muerte, sino al no haber vivido realmente. A desperdiciar los días, a postergar los "te quiero", a dejar que el miedo nos impida amar. Porque al final, no importará cuánto tiempo tuvimos, sino lo que hicimos con él.

Vivir es un arte, y la muerte no es un castigo, sino la firma final en el lienzo de nuestra existencia.

Así que, mientras estemos aquí, vivamos con intensidad, amemos sin reservas y dejemos una huella que ni la muerte pueda borrar.




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