Querido hijo

 Querido hijo

Hoy quiero escribirte desde lo más profundo de mi corazón, con la esperanza de que estas palabras encuentren algún día un lugar en el tuyo. Sé que la vida nos ha llevado por caminos distintos y que, en ese trayecto, pudieron surgir malentendidos y dolor. Pero quiero que sepas algo: mi amor por ti nunca ha cambiado, y nunca cambiará.

Siempre busqué lo mejor para ti. Todo lo que hice, incluso cuando pudo parecer equivocado, lo hice pensando en tu bienestar y en el deseo de que tengas una vida plena, llena de felicidad y de oportunidades.

Sé que quizás tienes sentimientos hacia mí que no compartimos o pensamientos que no he podido cambiar. Por eso, hoy quiero decirte que no insistiré más en tratar de verte. He hecho todo lo que estaba en mis manos, pero entiendo que hay cosas que no puedo forzar.

Voy a quedarme aquí, en este lugar que hoy es mi hogar, esperando. Esperando hasta que la vida te permita dar el paso de buscarme, si así lo deseas. No te presionaré más. Solo quiero que sepas que siempre serás bienvenido, que mis brazos estarán abiertos para ti hasta el último día de mi vida.

Hoy vivo solo y, muchas veces, triste, pero no pierdo la esperanza de que un día podamos sentarnos a hablar, mirarnos a los ojos y sanar juntos. No importa cuánto tiempo pase, hijo, mi amor por ti es eterno y mi corazón siempre tendrá un lugar reservado para ti.

Cuida de ti, y nunca olvides que, pase lo que pase, te amo con todo mi ser.

Con todo el amor del mundo,
Papá

Ruben Gustavo Ayala Williams

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