Padre Excluido: La Deuda de la Justicia y el Robo de los Momentos Vitales: Una verdad escrita para que no se pierda en el silencio.

Padre Excluido: La Deuda de la Justicia y el Robo de los Momentos Vitales

Una verdad escrita para que no se pierda en el silencio.

En este espacio, donde las palabras se convierten en refugio, vuelvo a escribir lo que la Justicia no escucha. Soy un padre excluido, y esta es la crónica de una condena sin sentencia, pero con efectos irreparables.

He cumplido siempre con la cuota alimentaria. A esta altura, no es un acto voluntario: es un débito automático que se descuenta cada mes de mi Pensión No Contributiva (PNC). Cumplí incluso cuando me dejaron sin techo, sin hogar y sin voz legal.

La última vez que abracé a mi hijo, él tenía 8 años. Hoy tiene 14.
Entre esos dos números, hay seis años de ausencia forzada que nadie investiga, que nadie repara. La audiencia que debía abrir un camino de encuentro se celebró en marzo de 2024. No trajo soluciones; solo confirmó una desigualdad estructural.

¿Quién me devuelve los momentos que me robaron?

No hablo de dinero. Hablo del tiempo.
Del que no vuelve.
Del que me arrancaron.

La Justicia, que debería proteger vínculos, permitió que se destruyera el mío. Me quitó el derecho más básico: ver crecer a mi propio hijo. ¿Cómo se mide un cumpleaños no vivido? ¿Cómo se cuantifica una conversación que nunca existió?

El Doble Rasero que la Justicia No Admite, pero Aplica

En la audiencia se fijaron dos obligaciones:

  1. Que yo cumpla con el sostén económico (obligación ejecutada automáticamente).

  2. Que la madre garantice la asistencia psicológica para iniciar la revinculación.

Yo cumplo. Ella no.
Y ante ese incumplimiento, la Justicia elige callar.

No hay sanciones, no hay advertencias, no hay pedidos de informes.
No hay ni un solo comprobante de que la terapia se realizó.

Pero el silencio no es neutral: es complicidad.

Creo, con fundamentos, que este sistema me desoye porque soy hombre. Porque no tengo recursos para pagar un abogado particular. Porque mi PNC no alcanza para litigar con la misma fuerza con la que otros construyen un relato que la Justicia acepta sin contrastar.

Cuando el Relato se Convierte en Condena Social

La madre mintió. Ese relato falso se volvió sentencia en el imaginario de familiares, vecinos y conocidos. Una condena que se instaló sin derecho a defensa. Y esa condena social no solo me excluye hoy: amenaza también mi futuro como padre y, algún día, como abuelo.

“La Justicia no puede ser un eco mudo. Cuando calla ante el incumplimiento y avala el relato, discrimina a quien sí cumple.”

Mi Propósito, a Pesar de Todo

Sigo luchando.
Un padre no desaparece porque lo silencien; desaparece cuando deja de luchar.
Y yo sigo acá, escribiendo, dejando constancia, preservando la verdad para cuando mi hijo la busque y la necesite.

Escribo también para interpelar a un sistema que juzga primero por género y después —si queda tiempo— por hechos.

Podrán quitarme visitas, hogar e incluso libertad.
Pero no pueden borrar mi verdad.
No pueden borrar los comprobantes que prueban mi compromiso.
No pueden borrar el amor que se mantiene firme, incluso en la distancia que otros impusieron.

Esta es mi historia. Mi verdad. Mi testimonio.
Y en Palabras, Solo Palabras, queda registrada para que nunca más pueda ser callada.

✍️ Ruben Gustavo Ayala Williams
Padre excluido — Autor y Compositor 

Registrado en DNDA (Ley 11.723) Palabras, Solo Palabras




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