Cuando el Tiempo Busca Sanar lo que el Orgullo Lastimó El fluir que transforma, limpia y vuelve a unir
Cuando el Tiempo Busca Sanar lo que el Orgullo Lastimó
El fluir que transforma, limpia y vuelve a unir
“Yo te propongo volver a continuar en el rumbo.
Solo depende de vos. Juntos podemos volver a nacer,
porque jamás es tarde para empezar de nuevo.”
A la madre de mis hijos
Hoy escribo estas palabras con respeto, con calma y con la sinceridad que nace del alma.
No escribo para culpar, ni para señalar, ni para remover heridas.
Escribo porque, después de tanto caminar en silencio, entendí que hay verdades que necesitan ser dichas con el corazón en la mano.
Quiero recordar con vos aquello que un día nos unió.
Recordar lo que prometimos ante Dios:
amor, respeto, unión y la construcción de una familia que pudiera enfrentar cualquier tormenta.
Y así fue: durante años peleamos juntos contra dificultades que muchos no hubieran soportado.
Pasamos por noches sin dormir, por la incertidumbre del trabajo, por la falta de oportunidades,
por inundaciones, por angustias que callamos para no lastimar al otro,
por la lucha diaria de sacar adelante un hogar que nació del amor, de la juventud y de los sueños compartidos.
Y a pesar de cada obstáculo, lo logramos.
Construimos un hogar.
Formamos una familia.
Criamos hijos con valores, con fe, con esperanza.
Creamos recuerdos que aún viven en cada rincón del corazón.
Por eso, hoy me pregunto con humildad:
Si pudimos atravesarlo todo…
si nunca nos rendimos cuando la vida nos golpeaba…
¿por qué ahora no podríamos intentarlo una vez más?
El tiempo, aunque parezca duro, también es sabio.
Nos enseña sin gritos, sin reproches.
Nos pule como el agua pule la piedra: despacio, con paciencia, con intención.
Y el tiempo también sabe limpiar.
Debe llevarse lo que alguna vez lastimó:
la distancia, el orgullo, los malentendidos, el silencio que duele.
Y en ese mismo fluir puede traernos lo que hace falta para sanar:
perdón, diálogo, respeto, reconciliación y un nuevo comienzo.
No se trata de volver atrás ni de borrar lo vivido.
Se trata de volver a mirarnos con ojos nuevos, sabiendo que los hijos —y algún día los nietos— merecen ver una familia que, aunque tuvo quiebres, supo aprender a recomponer lo que valía.
Se acerca la Navidad.
Y la Navidad es nacimiento.
Es esperanza.
Es volver a empezar aun cuando uno siente que ya no puede más.
Es abrir las puertas a lo posible.
Por eso hoy, sin exigencias, sin presión y sin reclamar nada que no nazca de tu propia voluntad,
solo quiero decirte esto:
Yo te propongo volver a continuar en el rumbo.
Solo depende de vos dar ese primer paso.
Juntos podemos volver a nacer, porque jamás es tarde para empezar de nuevo.
No lo digo por mí solamente.
Lo digo por lo que fuimos, por lo que somos y por lo que aún podemos ser como padres.
Por la familia que construimos.
Por todo lo que todavía tiene la fuerza de renacer.
Si alguna vez hubo amor, entonces aún hay un camino.
Y si alguna vez soñamos con ver crecer a los hijos y a los nietos en un hogar lleno de paz,
ese sueño todavía nos espera.
Aquí estoy.
Con respeto, con paz y con verdad.
Lo que el corazón siembra, tarde o temprano, florece.
Ruben Gustavo Ayala Williams
Padre Excluido · Autor y Compositor
Registro DNDA – Ley 11.723
Palabras, Solo Palabras
(Palabras que nacen del alma)



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