CARTA ABIERTA PADRE AUSENTE A LA FUERZA: LA ESPERA QUE ME ROBA AÑOS

 

CARTA ABIERTA

PADRE AUSENTE A LA FUERZA: LA ESPERA QUE ME ROBA AÑOS

(Expediente 135377 – Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes)

A quien corresponda:

Me dirijo a la sociedad, a las autoridades judiciales y administrativas, a organizaciones de derechos humanos, defensorías, asociaciones civiles y a cualquier organismo dispuesto a escuchar y ayudar. Escribo estas líneas porque ya no encuentro otro camino. La justicia no me escucha, no responde, no actúa. Y yo no tengo los recursos para contratar un abogado particular que impulse mi causa.

Vivo con una Pensión No Contributiva. Es poco, pero es lo que tengo para sobrevivir. Aun así, todos los meses el Estado descuenta de mis haberes la cuota alimentaria de mi hijo, Isaías Benjamín Ayala. Cumplo porque corresponde, porque es mi deber y porque amo profundamente a mi hijo.

Pero mientras yo cumplo, la otra parte del acuerdo no cumple. Y lo digo sin bronca: lo digo con dolor.
El expediente 135377 del Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes estableció que la revinculación con mi hijo debía comenzar en marzo de 2024. La madre de Isaías, Claudia Noemí Dorin, firmó ese compromiso. Pero nunca sucedió. Nunca se cumplió. Nunca se exigió su cumplimiento.

La justicia me exige todo, pero no le exige nada a quien incumple.
A mí me descuentan cada peso; a ella no le piden que garantice el derecho más básico: que un niño vea a su padre.

La última vez que vi a mi hijo él tenía apenas ocho años. Esa imagen quedó detenida en el tiempo. Hoy, casi en 2026, él sigue creciendo lejos de mí, sin escuchar mi voz, sin conocer mi presencia, sin la oportunidad de mirarme a los ojos y descubrir que su padre siempre estuvo, aunque me hayan obligado a la distancia.

Y duele.
Duele cada día.
Duele porque cumplo, porque respondo, porque sostengo… pero aun así me convierten en un padre ausente a la fuerza.

Por eso escribo esta carta.
Porque no tengo abogado.
Porque soy una persona humilde.
Porque la justicia no me abre las puertas.
Porque nadie atiende mis pedidos.
Porque, si yo no hablo, si yo no escribo, no existe ningún registro de mi lucha.

Solicito ayuda.
A quien pueda escucharme, acompañarme o asesorarme: organismos del Estado, defensorías oficiales, ONGs, colegios de profesionales, instituciones de niñez, protección familiar o derechos humanos.
No pido privilegios; pido justicia.
Pido que se respete el derecho de mi hijo a ver a su padre.
Pido que alguien mire este expediente olvidado y actúe.

Y también escribo aquí, en mi blog, porque es el único espacio donde mi voz no puede ser censurada ni archivada. Escribo porque es lo único que nadie me puede quitar.

Quiero que mi hijo, algún día, pueda leer estas palabras y entienda la verdad:
Nunca dejé de luchar por vos.
Nunca te abandoné.
Nunca dejé de amarte.

Si hoy estoy lejos, no es porque yo lo haya elegido. Es porque me obligaron. Pero sigo acá, firme, esperando el día en que podamos reencontrarnos.

Esta carta no es solo mía. Es la voz de muchos padres que aman, que sostienen, que cumplen, pero que no son escuchados por un sistema que debería proteger a todos por igual.

Ojalá algún día la justicia sea justicia para todos.

Hasta entonces, seguiré escribiendo.
Porque escribir es mi manera de seguir presente.
Porque escribir es lo único que no pueden callar.

Rubén Gustavo Ayala Williams
Padre Excluido – Autor y Compositor
Registro DNDA – Ley 11.723
“Palabras, Solo Palabras”



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