PETICIÓN DE JUSTICIA Y VERDAD Un testimonio personal dirigido al Juzgado de Familia Nº 3 y a toda la sociedad

PETICIÓN DE JUSTICIA Y VERDAD
Un testimonio personal dirigido al Juzgado de Familia Nº 3 y a toda la sociedad


“Quien pierde un hogar, no pierde solo un techo: pierde historia, identidad, familia y años irrecuperables.”

A quien corresponda en el Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes
y a toda la comunidad:

Me dirijo con respeto y con profunda necesidad de ser escuchado. Lo que expongo a continuación es mi historia de vida, contada con sinceridad y sin ánimo de confrontación, sino con la esperanza de que la verdad pueda ser considerada con equilibrio y justicia.

1. Los inicios de mi hogar y mi familia
Mi nombre es Ruben Gustavo Ayala Williams. En el año 1990, siendo joven y soñando con formar una familia, compré una vivienda con sacrificios, esfuerzo físico, días de hambre y noches de frío. Adquirí esa casa en el mes de junio a un excompañero del servicio militar, Rafael Barreto.

Con Claudia Noemí Dorín, con quien formé mi matrimonio, comenzamos nuestra vida en aquel hogar humilde pero lleno de esperanza. Desde allí iniciamos nuestro camino familiar. Recuerdo claramente nuestro primer almuerzo al volver de la misa de la Capilla San Francisco: arroz con albóndigas, algo salado, pero lleno de ilusión. No teníamos dinero ni estabilidad, pero sí el sueño de construir un hogar para nuestros hijos.

Con el paso del tiempo nacieron Maximiliano Rubén (14 de marzo de 1992), Johana Mariana (3 de diciembre de 1993) y, muchos años después, Isaías Benjamín (10 de julio de 2011). Con ellos crecimos, enfrentamos tormentas, inundaciones, la voladura del techo y todas las dificultades típicas de quien empieza desde cero. Poco a poco, con trabajo y constancia, logramos mejorar la casa y estabilizar nuestra vida.

Claudia estudió, se recibió de enfermera; yo trabajaba en la línea 17 de colectivos y más tarde en el Hospital de Solano. Éramos una familia que, con limitaciones, avanzaba.

2. El quiebre familiar
En 2011 nació Isaías, en medio de un momento difícil: yo recién había sido operado de la columna y él llegó con algunos problemas de salud que aprendimos a enfrentar.

Tiempo después, un día volví a casa y Claudia me comunicó que ya no deseaba tener intimidad conmigo porque había una tercera persona en su vida. Esa revelación produjo un dolor profundo y, en medio de esa situación emocional, cometí errores. Comencé a beber, no para dañar, sino para anestesiar una tristeza que no sabía manejar. Aunque nunca ejercí violencia física, reconozco que en momentos de descontrol verbal dije cosas que no debería haber dicho.

Cierta mañana Claudia decidió irse con nuestro hijo menor. Yo quedé solo, afectado y confundido. Hice la denuncia correspondiente por abandono del hogar. Poco después, intentando recomponer mi vida, una mujer con la que me había vinculado brevemente se quedó un tiempo en casa, lo cual agravó el conflicto.

3. Mi exclusión del hogar y el comienzo de la vulnerabilidad
Un día la policía llegó a mi domicilio y me informaron que existía una denuncia en mi contra. Me dijeron que, si no me retiraba, sería detenido. Desde ese momento comenzó la etapa más difícil de mi vida: dos años durmiendo en la calle, recibiendo agresiones, siendo víctima de robos, golpes y hasta disparos.

Dormí en plazas, entre ellas el Parque Dominico, donde hoy vuelvo para recordar que en esos mismos juegos había visto crecer a mis hijos cuando aún éramos una familia. Pasé frío, lluvia, calor extremo, soledad y desesperación. Finalmente pedí ayuda, ingresé a un hogar, logré recuperarme, me rehabilité y volví a levantarme.

4. Descubrimiento del divorcio y del engaño prolongado
Buscando reconstruir mi vida y comprender mi situación legal, descubrí que Claudia había iniciado el divorcio en 2016, algo que desconocía por completo.

Ese mismo año, según pude confirmar, ya existía una relación con otra persona, Armando, alguien de su infancia. También presencié episodios que me preocupan hasta hoy: discusiones graves, la destrucción de un teléfono, mensajes comprometedores y un intento de autolesión que logré detener y asistir para evitar un daño mayor.

Mi hijo Maximiliano fue testigo de parte de la verdad. Él escuchó una conversación telefónica y, en su enojo, respondió con palabras inapropiadas hacia su madre. Claudia me pidió que lo expulsara de la casa y que cambiara la cerradura. Me negué. Jamás echaría a un hijo.

Siempre sostuve a mis hijos, incluso en momentos críticos: lo busqué borracho para evitar que lo lastimaran, lo recuperé cuando desapareció con una joven, lo retiré de una comisaría en Temperley, y lo acompañé durante siete años seguidos a jugar al fútbol en Racing. Todo fue sacrificio por ellos.

5. Siete años sin ver a mi hijo menor y sin acceso a mi hogar
Han pasado siete años sin ver a Isaías, sin saber cómo está, cómo crece, cómo es hoy. Según los acuerdos establecidos en su momento, Claudia debía llevarlo a terapia; nunca cumplió. Ese incumplimiento jamás fue revisado ni corregido.

A ello se suma que fui excluido de mi propio hogar, el mismo que compré, construí, mantuve y cuya deuda aún cargo. Los servicios de Edesur y AySA continúan a mi nombre, aunque vivo con una pensión por discapacidad que apenas alcanza para subsistir.

6. Lo que pido con humildad, pero con firmeza
No busco revancha. No busco dañar a nadie. No deseo que nadie quede en la calle ni perder el vínculo con mis hijos. Solo quiero volver a mi hogar, al menos compartirlo en un espacio equitativo, porque es el fruto de una vida entera de trabajo.

Solicito al Juzgado de Familia Nº 3 que escuche esta versión, que revise los antecedentes y que considere que, hasta ahora, la balanza no ha estado equilibrada. También pido que se reabra la posibilidad de ver a mi hijo menor, con acompañamiento profesional si fuera necesario.

Mi deseo es simple: ser escuchado con justicia.


A veces la verdad llega tarde, pero llega. Y cuando una persona pierde todo, incluso la voz, lo único que queda es contar su historia con honestidad. Aquí está la mía, escrita desde el corazón y desde la dignidad que aún conservo.


Ruben Gustavo Ayala Williams
Autor y titular de derechos según Ley 11.723
Blog: Palabras, Solo Palabras



Comentarios

Entradas populares