Padre silenciado: cuando la verdad no tiene abogado - Mi historia ante el Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes: un pedido humano, urgente y necesario


Padre silenciado: cuando la verdad no tiene abogado


Mi historia ante el Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes: un pedido humano, urgente y necesario


Hay silencios que duelen más que los gritos. Hay injusticias que no solo afectan el presente, sino que arrancan años enteros de vida. Hay decisiones judiciales que se toman sobre papeles, pero que destruyen vínculos reales, irremplazables. Y en medio de todo eso, hay padres como yo: hombres que aman, que cumplen, que sostienen, pero que aun así quedan relegados, desacreditados o directamente ignorados.

Lo que vivo no nació de un conflicto legal, ni de una pelea violenta, ni de hechos comprobados. Lo que vivo nació de una historia inventada, sostenida por la madre de mis hijos y —sin pruebas, sin certificados, sin informes profesionales— aceptada por el Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes. Esa historia afirma que mi hijo “ya no quiere verme”. Pero ¿cómo se construyó esa frase? ¿Quién la escuchó realmente? ¿Qué profesional la evaluó? ¿En qué informe se respaldó una decisión tan extrema?

Teníamos un acuerdo claro:
Yo cumpliría con la cuota alimentaria —y cumplo rigurosamente, descontada directamente de mi PNC— y la madre se comprometería a llevar a mi hijo a tratamiento psicológico para la revinculación. A pesar de que yo cumplo sin fallar, jamás presentó un certificado, jamás acreditó asistencia, jamás mostró un avance real. Aun así, la responsabilidad recae una y otra vez sobre mí, como si la voluntad de un padre que quiere estar presente no valiera nada.

Mientras tanto, yo miro hacia atrás y veo años perdidos.
Años sin criar a mi hijo, años sin verlo crecer, años sin conocer a mis nietos como debería. Me pregunto quién me devuelve todo eso. Me pregunto si alguien, dentro del sistema, puede comprender el dolor de un padre que no tiene dinero para pagar un abogado, pero sí tiene la verdad, la voluntad y el amor para seguir luchando.

No tengo rencor. No quiero guerra.
Quiero justicia. Quiero equilibrio. Quiero que se escuche mi voz con la misma seriedad con la que se escuchó una acusación sin pruebas. Quiero que alguien vea que mi vida se derrumbó no por mis decisiones, sino por decisiones tomadas sobre la base de una mentira.

Hoy vivo en la intemperie emocional.
Vivo “libre”, pero preso de un expediente.
Vivo “vivo”, pero con el alma rota.

Por eso escribo aquí, en este blog que se convirtió en mi único espacio para hablar sin ser silenciado. Cuando no hay dinero para abogados, la palabra se vuelve el último recurso. Cuando la justicia no escucha, es la sociedad la que tiene que hacerlo.

Les pido —a quienes leen, a quienes les conmueve una historia real, a quienes saben lo que es perder algo que aman— que compartan esto. Que lo hagan llegar a quienes deciden, a quienes pueden verificar, a quienes pueden corregir lo que hoy está tan torcido. Que el Juzgado de Familia Nº 3 de Quilmes escuche lo que durante años no me han permitido decir.

No busco destruir nada.
Busco reconstruir mi vida.
Busco recuperar a mi hijo.
Busco volver a tener mi hogar.
Busco dejar de mendigar en la calle y de mendigar amor en un sistema que debería protegerlo, no cortarlo.


“Cuando la justicia se queda con una sola versión, la verdad queda huérfana.”


Ruben Gustavo Ayala Williams
Autor y Compositor – DNDA
Derechos de la Propiedad Intelectual – Ley 11.723
Palabras, Solo Palabras



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