No se fue: lo excluyeron de su hogar Blog: Palabras, Solo Palabras
🕯️ No se fue: lo excluyeron de su hogar
Por Ruben Gustavo Ayala Williams
(Todos los derechos reservados – Ley 11.723)
No se fue: lo excluyeron de su hogar.
Y esa frase, tan simple y tan dolorosa, encierra la historia de miles de hombres que, sin haber cometido un delito, son condenados al silencio, al exilio familiar y a la culpa impuesta por un sistema que no escucha.
Ella lloró ante la justicia, mintió, lo engañó con otro hombre y manipuló el relato. Y mientras las lágrimas caían frente a los oídos de un juez apurado, él perdía todo: su casa, sus hijos, su nombre y su paz.
La justicia, que debería proteger la verdad, calló.
Calló ante la mentira, ante la manipulación, ante la construcción de una víctima que encontró refugio en la emotividad y no en los hechos.
Calló ante un hombre que, sin pruebas en su contra, fue tratado como culpable por el solo hecho de ser hombre.
Los hijos, testigos silenciosos de una historia mal contada, crecieron confundidos. Aprendieron que el amor puede transformarse en arma, que la palabra puede ser usada como castigo y que la ausencia de un padre no siempre significa abandono, sino exclusión.
Una exclusión injusta, impuesta y dolorosa.
El hombre quedó afuera.
Sin hogar, sin hijos, con deudas que no solo se miden en dinero, sino también en noches sin dormir, en lágrimas que nadie ve, en cartas que nunca se envían.
Y en el corazón, el peso insoportable de ser señalado como el culpable de una historia que no pudo defender.
Pero detrás de cada silencio masculino, hay una verdad no contada.
Una verdad que duele, que incomoda y que pocos quieren escuchar. Porque el relato oficial necesita villanos, y en este teatro social, el hombre separado es el blanco más fácil.
Sin embargo, hay algo que no se puede borrar: la conciencia de los hijos, que tarde o temprano buscan respuestas.
Y cuando la justicia calla, el tiempo se encarga de hablar.
Porque la verdad, aunque tarde, siempre encuentra la manera de salir a la luz.
No se fue: lo excluyeron de su hogar.
Y en ese acto injusto, no solo se despojó a un hombre de su techo, sino también a una familia de su equilibrio, de su historia, de su verdad.
La justicia debe recordar que no hay género en el dolor, ni inocencia automática en las lágrimas.
Que detrás de cada denuncia, hay una vida que puede destruirse con una sola mentira.
Y que el silencio del sistema también es una forma de violencia.
🔹 Reflexión final
El amor, cuando se convierte en venganza, deja de ser amor.
Y la justicia, cuando se deja llevar por el relato y no por la verdad, deja de ser justicia.
No se trata de defender géneros, sino de defender derechos.
De volver a escuchar al que fue silenciado, de mirar con equilibrio y humanidad, sin prejuicios ni favoritismos.
Porque no hay peor condena que perder la verdad, ni peor exilio que ser expulsado del propio hogar.
📜 Autor: Ruben Gustavo Ayala Williams
🕊️ Blog: Palabras, Solo Palabras
🔗 https://gustavowilliams.blogspot.com/
📢 Todos los derechos reservados – Ley 11.723



Comentarios
Publicar un comentario