Hijo mío, carta de un padre invisible, Cuando el amor no encuentra justicia

 

💔 Hijo mío, carta de un padre invisible

Cuando el amor no encuentra justicia

Por Ruben Gustavo Ayala Williams – Blog “Palabras, solo palabras y derechos”
(Obra protegida por Ley 11.723 – Derechos de Autor, República Argentina)


I. El eco de una risa perdida

Cuando cierro los ojos, todavía intento recordar el sonido de tu risa. Era un sonido limpio, lleno de vida, la prueba más pura de que la felicidad existía en lo simple. Hoy, ese eco se confunde con el silencio que me dejó la distancia.

No soy un padre ausente, aunque me hayan hecho parecerlo. No elegí irme, ni dejarte atrás. Fui empujado, apartado y silenciado. Me convirtieron en un espectador de mi propia vida, en un padre que sigue amando, pero al que se le niega el derecho de demostrarlo.


II. El amor herido y la verdad fragmentada

Tu madre y yo compartimos años de familia, de luchas, de proyectos y de afecto. Pero llegó un tiempo oscuro donde la confianza se quebró. Hubo engaño, dolor y decisiones que marcaron un antes y un después. Me sentí traicionado no solo por un acto, sino por lo que vino después: el relato que me dejó sin voz.

La historia fue contada de un solo lado, y en ese relato yo pasé a ser el culpable de todo. Ella encontró en la victimización un refugio y en la manipulación una forma de sostener su versión. Yo, desbordado por la impotencia, reaccioné con enojo y desesperación. Pero nadie quiso escuchar el contexto, nadie miró más allá del momento.

Así, la justicia me fue cerrando sus puertas. Me excluyeron de mi propio hogar. Me dejaron sin espacio, sin derechos y, lo más doloroso, sin vos. Ella se quedó con todo: la casa, la historia y hasta la verdad que los demás decidieron creer.


III. La justicia que calla y la voz que resiste

La justicia debería ser el equilibrio del alma, el lugar donde la verdad y la razón se encuentran. Pero muchas veces se transforma en un muro frío donde solo se escucha una versión. Los padres como yo somos vistos con desconfianza, juzgados antes de ser oídos, y condenados sin defensa posible.

Soy uno de esos padres invisibles que viven entre expedientes y sentencias. Padres que aman, pero que no tienen un lugar donde demostrarlo. Padres que no buscan venganza, sino una oportunidad de ser escuchados. Porque cuando la justicia calla, la palabra se vuelve resistencia.


IV. La palabra como refugio

Hoy escribo porque es mi única forma de expresarme. Porque el silencio se ha vuelto insoportable. Escribo para vos, hijo mío, y para todos los que viven esta misma injusticia silenciosa.

No escribo para atacar, sino para dejar testimonio. Para que quede constancia de que la verdad puede ser negada, pero no borrada. Que el tiempo no destruye lo que nace del amor, y que ningún expediente puede contener el vínculo entre un padre y su hijo.

Tu madre fue quien rompió el puente, y todavía no ha podido reconocerlo. Defraudó los sueños que habíamos construido, y su orgullo se volvió un muro entre nosotros. Pero no hablo desde el rencor, sino desde el dolor. Porque quien no asume sus actos no solo hiere a otros: también se pierde a sí mismo.


V. Esperar sin odio, creer sin rendirse

Ya pasaron seis años desde la última vez que te vi. Seis años en los que aprendí que el tiempo no cura todo, pero enseña. Que la paciencia también es una forma de amor. Que el corazón puede seguir creyendo, aun cuando la justicia no escucha.

Yo sigo acá, hijo. Con la puerta abierta, con la luz encendida, con la esperanza intacta. No busco revancha. Busco reparación, verdad y dignidad. Busco que un día puedas leer estas palabras y entender que todo lo que hice, incluso mis errores, nacieron del amor y del dolor de no poder abrazarte.


VI. Reflexión final: cuando alguien tiene que escuchar

Porque alguien, algún día, tiene que escuchar.
Porque amar a un hijo no puede ser un delito.
Porque los padres también tienen derecho a ser oídos.
Porque detrás de cada silencio hay una historia que merece justicia.

Y porque, aunque el sistema me haya borrado de los papeles, un padre nunca deja de serlo.


Ruben Gustavo Ayala Williams
Blog: “Palabras, solo palabras y derechos”
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