CUANDO LA VERDAD SE CALLA, EL DOLOR HABLA
🌒 CUANDO LA VERDAD SE CALLA, EL DOLOR HABLA
Una historia que nace del silencio, de la exclusión y de la esperanza de un padre que, pese a todo, sigue creyendo en la justicia y en el amor de su hijo.
Hubo un tiempo en que el hogar era refugio,
en que el esfuerzo se medía en ladrillos y en días compartidos,
en que una familia era el centro de todo.
Pero un día, sin comprender cómo ni por qué, ese hogar se quebró.
No fue el destino, ni un error del tiempo.
Fue la palabra usada como arma,
la mentira vestida de verdad,
la historia contada a medias,
la justicia mirando solo hacia un lado.
Fui excluido de mi propio hogar.
No por violencia ni abandono,
sino por el peso de un relato que me señaló sin escucharme.
Ella habló, y el sistema creyó.
Yo guardé silencio, esperando que el tiempo hiciera lo suyo,
pero el tiempo, cuando se calla la verdad, también duele.
Perdí el techo que levanté con mis manos,
las paredes donde crecían mis hijos,
la mesa donde los domingos eran encuentro y no ausencia.
Perdí lo material, sí,
pero también perdí algo más profundo:
el derecho a ser padre todos los días.
Hoy vivo lejos de aquel lugar que un día fue mi mundo.
He dormido en la calle, he sentido la indiferencia,
he sido señalado por quienes no saben,
por quienes prefirieron creer en una sola versión.
Y aun así, sigo de pie.
No guardo rencor, aunque duele.
No busco venganza, aunque me hayan herido.
Solo busco la verdad.
Esa verdad que no necesita gritos ni venganzas,
sino claridad y justicia.
Porque sé que mi hijo, cuando crezca y mire atrás,
entenderá.
Entenderá que su padre no se fue,
que fue apartado,
que no dejó de amar,
que esperó cada día,
que oró por él cada noche.
Sé que un día verá la verdad,
esa que no se borra con papeles ni con mentiras.
Y sabrá que su padre luchó con lo único que le quedó:
la fe, la palabra, y el amor.
Hoy solo pido justicia.
No una justicia de castigo, sino de verdad.
Esa que equilibra, que escucha, que no se compra ni se tuerce.
Porque cuando la justicia calla, el alma grita.
Y mi alma sigue gritando,
no por odio, sino por dignidad.
🌿 Reflexión final
Nadie debería perder su hogar por una historia mal contada.
Nadie debería cargar con culpas ajenas ni vivir bajo la sombra de una mentira.
La verdad no siempre llega rápido,
pero llega.
Y cuando lo haga, será como la luz que atraviesa la oscuridad más profunda:
sin ruido, pero con fuerza.
Que la justicia escuche a todos, no solo a quien habla primero.
Que se devuelva la voz a los que fueron silenciados.
Y que cada hijo, algún día, pueda conocer toda la historia —no la mitad—.
✨ Frase de cierre:
“Pueden quitarme el techo, la casa, la libertad,
pero jamás podrán borrar la verdad que llevo escrita en el alma.”
Ruben Gustavo Ayala Williams
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