Jamás es tarde para volver a empezar de nuevo: Una reflexión sobre el amor, el tiempo y los caminos que Dios nos permite recorrer

 

Jamás es tarde para volver a empezar de nuevo

Una reflexión sobre el amor, el tiempo y los caminos que Dios nos permite recorrer

A Claudia Noemí, madre de mis hijos
Porque el amor verdadero nunca deja de existir

A Claudia Noemí, madre de mis hijos:
aunque la vida nos separó hace ya seis años, quiero que sepas que siempre te voy a amar.
El tiempo puede borrar muchas cosas, pero no los recuerdos de una historia compartida ni el amor que alguna vez fue refugio, familia y esperanza.

Hoy, en este Día de la Madre, deseo que tu corazón se llene de paz y de ternura; que la sonrisa de nuestros hijos y nietos ilumine tu día, y que cada gesto de ellos te recuerde lo hermoso que fue —y sigue siendo— el milagro de haberlos traído al mundo juntos.

La vida, con sus vueltas y sus silencios, nos enseñó que no siempre se puede volver atrás, pero sí se puede mirar hacia adentro y agradecer lo vivido, incluso lo que dolió.
Porque en cada lágrima también hubo amor, y en cada despedida, un aprendizaje.

Quiero que sepas que, más allá de todo, te guardo respeto, gratitud y cariño.
Dios sabe cuánto amé, cuánto di y cuánto sigo creyendo que jamás es tarde para volver a empezar de nuevo, aunque sea desde la distancia y la serenidad del alma.

Que Dios te bendiga, te cuide y te abrace con su infinita misericordia.
Y que, al cerrar los ojos esta noche, sientas que alguien —en silencio— sigue deseándote todo lo mejor.

Jamás entendí por qué nos separamos después de treinta años de matrimonio.
Treinta años de vida compartida, de sueños, de hijos, de silencios y de días que parecían eternos… Treinta años donde el amor, a veces cansado, seguía respirando entre las heridas y los intentos de comprendernos.

A veces miro atrás y me pregunto en qué momento dejamos de mirarnos con el alma.
Tal vez fue el peso de los días, las palabras no dichas o el orgullo que nos cegó. Tal vez fue el destino, o simplemente la vida, que nos puso a prueba para enseñarnos que el amor verdadero no siempre se mide en distancia ni en tiempo, sino en la huella que deja en el corazón.

Hoy, después de todo, solo sé que jamás es tarde para volver a empezar de nuevo.
Porque mientras tengamos vida, mientras el sol siga saliendo y el corazón siga latiendo, Dios nos ofrece la oportunidad de sanar, de perdonar y de volver a amar —aunque sea desde el alma.

No escribo estas palabras para buscar culpas, sino para agradecer.
Agradecer por lo vivido, por los hijos que son la más grande bendición, por los recuerdos que me enseñaron el valor del amor, y por seguir respirando, sabiendo que aún puedo sentir.

Hoy doy gracias a Dios porque aún estamos vivos, porque todavía podemos elegir la paz, tender una mano o simplemente desearle al otro un día lleno de luz.

El amor no siempre termina. A veces solo se transforma.
Y cuando se transforma con fe, se vuelve eterno.

🕊️
Rubén Gustavo Ayala Williams
Palabras, Solo Palabras
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