Carta a Claudia Noemí: Madre de mis Hijos, Con todo lo que soy y todo lo que aún espero ser contigo.

💌 Carta a Claudia Noemí Madre de mis hijos

Claudia Noemí,

Han pasado ya cinco años desde que la vida nos llevó por caminos distintos. Y, sin embargo, en cada silencio, en cada recuerdo, tu presencia sigue viva en mí. Porque lo que compartimos no se desvanece con el tiempo, no se borra con la distancia, ni se apaga con las pruebas: lo que construimos juntos es eterno, y tiene nombre propio —nuestra familia.

Vos sos la madre de mis hijos, la raíz de la historia más importante de mi vida. Juntos vimos crecer a tres hijos maravillosos, y hoy también somos abuelos de una descendencia hermosa. Sin embargo, desde nuestra separación nunca más volví a ver a mis hijos ni a mis nietos, y ese vacío me duele cada día. Ellos son parte de mí, son mi vida, y mi anhelo más profundo es volver a abrazarlos, recuperar lo perdido y también recuperar mi hogar.

Tarde comprendí que nuestro matrimonio venía en caída. Y cuando me dijiste que otro hombre era el amor de tu vida, después de más de treinta años juntos, sentí que el mundo se me derrumbaba. Me devastaste, Claudia, y no lo podía creer. Creo que me enfermé, y me costó mucho recuperarme. Fue entonces cuando le pedí ayuda a Dios, y en Él encontré la fuerza para seguir de pie. Hoy, con humildad y el corazón en la mano, te pido que dejemos atrás los juzgados, que soltemos el dolor, y que nos demos la oportunidad de recuperar lo que perdimos.

Hoy te escribo desde un lugar distinto: el de la reflexión, el de la madurez que solo otorga el paso de los años y las ausencias. Entendí que no hay herida que no pueda sanar cuando el amor es verdadero, que no hay orgullo que valga más que un abrazo pendiente, y que no hay distancia imposible de acortar cuando el corazón decide volver.

Claudia Noemí, yo estoy dispuesto. Dispuesto a tender un puente sobre las diferencias, a dejar atrás lo que nos separó, a reconstruir lo que en algún momento se quebró. Porque en cada hijo y en cada nieto que nos llama “mamá”, “papá”, “abuela” o “abuelo”, late la certeza de que lo nuestro nunca dejó de existir. Somos más que un recuerdo: somos una historia viva, una familia que nos espera, una esperanza que pide ser abrazada de nuevo.

No te escribo para borrar el pasado, sino para darle un nuevo sentido. No te hablo desde la nostalgia, sino desde el deseo de construir un presente distinto, más sereno, más maduro, más lleno de paz. Porque sé que aún tenemos la oportunidad de volver a caminar juntos, no como dos desconocidos, sino como los compañeros que siempre supimos ser.

Claudia Noemí, siempre te amé, y extraño mucho a nuestros hijos, a nuestros nietos y a todo lo que un día llamamos hogar. Hoy te pregunto con el corazón abierto y sin reservas: yo estoy dispuesto… ¿y vos?

Si me das tu mano, no solo nos daremos una nueva oportunidad a nosotros, sino que le regalaremos a nuestros hijos y nietos el ejemplo más grande de todos: que el amor, cuando es verdadero, nunca se rinde.

Con todo lo que soy y todo lo que aún espero ser contigo,

gustavoayala393@gmail.com 

Rubén Gustavo Ayala Williams


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