La Herida que No Cierra: Ruben Gustavo Ayala Williams 📜 Obra protegida bajo Ley 11.723 de Derechos de Autor
La Herida que No Cierra
Me duele tu traición…
Me duele como duele una herida abierta que nunca cicatriza.
No fue un golpe frontal, no fue una verdad dicha con lágrimas…
Fue un veneno lento, silencioso, disfrazado de rutina.
No tuviste el valor de mirarme a los ojos y decirme la verdad.
Seguiste sonriendo, como si nada hubiera pasado, cuando en realidad ya estabas con otro hombre.
Mientras yo creía que aún compartíamos los mismos sueños, vos ya estabas derrumbando mi casa desde adentro.
Me duele tu engaño.
Me duele que hayas elegido vestirte de víctima para ocultar tu traición.
Me duele que me hayas usado como un puente roto, y luego lo quemaras para que nadie más pudiera cruzar.
Me duele que me hayas quitado mi hogar, no solo las paredes y el techo, sino el lugar donde mi alma descansaba.
Me duelen los golpes de la calle, el frío en los huesos, la soledad que corta la piel como vidrio.
Me duele haber dormido con el cielo como único techo, no por un acto de libertad, sino por la condena injusta de tus mentiras.
Me duele que me hayas arrancado a mis hijos, que les hayas robado la verdad y que les dejaras una historia inventada, donde yo aparezco como el culpable.
Mentiste con la seguridad de quien sabe que, aunque la verdad sangra, muchas veces nadie se atreve a tocarla.
Me duele porque detrás de todo esto hubo amor… o al menos yo lo creí.
Hubo confianza, entrega, planes dibujados con paciencia y esperanza.
Y vos, sin temblar, los pisoteaste.
La traición no es solo la infidelidad del cuerpo: es la infidelidad del alma, es romper lo que se construyó con tiempo, fe y lágrimas.
Hoy camino herido, pero camino.
Recojo mis pedazos y los escribo en estas líneas, porque las palabras son mi refugio y mi escudo.
Escribo para no olvidar, para que mi historia no se pierda, para que mi verdad quede grabada más allá del eco de tus mentiras.
No busco venganza.
Busco memoria.
Y la memoria es un río que, aunque quieran taparlo, siempre encuentra el modo de volver a fluir.
Reflexión Final
La vida nos pone frente a traiciones que parecen robarnos todo: el hogar, los hijos, la paz, hasta la dignidad. Sin embargo, lo que no pueden quitarte es tu verdad y tu capacidad de contarla. Cuando otros manipulan la historia para borrar tu voz, escribir se convierte en un acto de resistencia.
Cada palabra es un ladrillo en la reconstrucción de uno mismo.
Y aunque la herida no cierre del todo, cada vez que alguien la escucha, deja de ser un silencio y se convierte en un testimonio que puede despertar conciencias.
Porque callar… también es mentir.
Ruben Gustavo Ayala Williams
📜 Obra protegida bajo Ley 11.723 de Derechos de Autor



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