El Espejo del Tiempo: "No dejé pasar lo importante. Amé con todo mi ser, viví con intensidad y dejé huella."

 

El Espejo del Tiempo

Un día —sin buscarlo, sin pensarlo— te detienes frente a un espejo.
Y lo que ves no es solo el reflejo de tu rostro actual. Allí, detrás de tus ojos cansados, aparece el niño que alguna vez fuiste.
Ese niño de mirada limpia, que corría sin rumbo fijo, que soñaba con mundos imposibles, que creía que los días eran eternos y que el tiempo… no corría.

Pero la vida no avisa.
Llega sin previo aviso el momento en que descubres que las manos llevan mapas de arrugas dibujadas por los años. Que los ojos guardan historias tan densas que no caben en palabras. Que la sonrisa, aunque menos inocente, es más sabia… porque aprendió a levantarse una y otra vez después de cada caída.

Yo he caminado por senderos que nunca imaginé.
Fui esposo, padre, sostén de un hogar… y también sobreviví a días grises en los que la injusticia me arrebató momentos irrepetibles con mi hijo.
Conocí la soledad de los pasillos judiciales, el frío de las resoluciones escritas en papeles que no entienden de abrazos, y el peso interminable de esperar… mientras la infancia se escurría como arena entre los dedos.

Y, sin embargo, sigo aquí.
Porque comprendí que ser padre no es solo estar en la misma habitación, sino mantener encendida la llama de un amor que ninguna distancia, ni los años, ni las pruebas pueden apagar.
Entendí que el tiempo es un viajero silencioso, que avanza aunque nuestras batallas sigan abiertas. Que los abrazos no pueden dejarse para “después” y que las palabras de amor pierden su sentido cuando llegan tarde.

La verdad es que a todos nos pasa: los años se van, sin preguntar si ya estamos listos.
Y un día, ese niño del espejo nos mira fijamente.
En ese instante, lo único que importa es poder sonreírle y decirle con certeza:

"No dejé pasar lo importante. Amé con todo mi ser, viví con intensidad y dejé huella."

Porque la vida es un viaje breve y sin regreso.
No desperdicies los instantes que, si los atrapas hoy, se convertirán mañana en tus recuerdos más valiosos.
Haz que, cuando el espejo del tiempo te muestre ambos rostros —el que fuiste y el que eres—, no haya reproches… solo gratitud.

Ruben Gustavo Ayala Williams

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