LA VIDA ME ENSEÑÓ que jamás es tarde para volver a empezar de nuevo (Para Mis Amores)
LA VIDA ME ENSEÑÓ
(Para Mis Amores)
La vida me enseñó que hay un mundo inmenso ahí fuera,
un mundo que a veces parece ajeno, inalcanzable o incluso hostil,
pero que aún así me invita a caminarlo, a seguir,
a luchar para romper las cadenas que me atan al dolor,
a no quedarme detenido en la espera que paraliza,
a entender que tanto la tristeza como la felicidad
son solo estaciones en este viaje llamado vivir.
La vida me enseñó que hay momentos en los que todo parece perder sentido,
días grises en los que el alma se apaga,
en los que siento que todo está perdido
y que incluso la propia existencia se vuelve un peso insoportable.
Pero también aprendí —con lágrimas en los ojos y el corazón herido—
que nunca debo desear no haber nacido,
porque no es casualidad que aún siga aquí.
Por algo respiro, por algo me sostengo,
por algo sigo soñando, incluso en las noches más oscuras.
La vida me enseñó que nunca estoy realmente solo
cuando camino de la mano de Dios.
Que aunque el camino sea duro,
aunque las heridas duelan y los silencios lastimen,
si levanto la mirada al cielo, encuentro refugio.
Me enseñó que el odio y el rencor solo siembran vacío,
y que el perdón… el perdón genuino…
nos devuelve la paz y nos vuelve buenos.
Me enseñó a vivir, a luchar por todo lo que amo,
a seguir adelante cuando siento que no puedo más.
Y en cada caída, en cada fracaso,
la vida me regaló herramientas invisibles:
la fuerza para levantarme,
la capacidad de renacer,
el coraje de seguir respirando aun cuando siento que todo se termina.
La vida me enseñó que puedo amar,
que estoy hecho para amar,
que a pesar de las tormentas, los fracasos y los errores,
mi corazón sigue siendo un territorio fértil donde los sueños florecen.
La vida me llevó por caminos duros,
pero me mostró lo que llevo adentro:
un hombre quebrado, sí, pero nunca vencido.
Un hombre que aún puede escribir,
que aún puede amar,
que aún puede volver a empezar.
La vida me enseñó que mis hijos son mi amor eterno,
mi razón para seguir.
Me enseñó que aunque he perdido mucho,
puedo luchar para recuperar lo perdido:
el abrazo de mis hijos,
el calor de una familia,
la mano de la mujer a la que amé y sigo amando.
Quiero creer que no todo está escrito,
que el perdón puede sanar,
que la esperanza puede renacer.
Por eso hoy escribo estas palabras desde el fondo de mi alma,
para ellos, para ella, para la vida…
para decir que no me rindo,
que sigo creyendo en el poder del amor,
en la fuerza de la reconciliación,
en la posibilidad de volver a empezar.
Porque jamás es tarde para volver a empezar de nuevo.
— Rubén Gustavo Ayala Williams
Palabras, Solo Palabras
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