❝Cuando Dices Que Me Amas❞ Porque el amor verdadero no se dice: se demuestra, Por Rubén Gustavo Ayala Williams

 

❝Cuando Dices Que Me Amas❞

Por Rubén Gustavo Ayala Williams
17 de julio de 2025

Tú dices que amas la lluvia.
Pero apenas caen las primeras gotas, abrís tu paraguas, te cubrís, buscás resguardo.
Y no está mal, claro que no.
Es humano protegerse del frío, del agua, del mundo.

Pero entonces me pregunto:
¿Amás la lluvia o amás la idea de la lluvia?
¿Amás lo que moja o lo que inspira?
¿Amás su poesía o su presencia real, incluso cuando empapa el alma?

Dices que amás el sol.
Pero cuando su calor te toca demasiado, corrés a buscar sombra.
Te incomoda su intensidad, su verdad luminosa, su forma de alumbrarlo todo, incluso lo que preferirías mantener oculto.

¿Será que amás al sol mientras no te queme?
¿Mientras no revele lo que no querés mostrar?
¿Lo amás desde lejos, como se aman los paisajes que no se pisan?

Decís que amás el viento.
Pero cuando se cuela por la ventana, la cerrás.
Porque desordena, trae polvo, agita lo que estaba en calma.
Y es que el viento es libre, es salvaje, no se puede controlar.

¿Amás al viento o amás su metáfora?
¿Su idea poética o su caos real?

Y entonces me lo decís: “Te amo”.
Y ahí, Rubén, me tiemblan las manos.
Se me enredan los pensamientos.
Me vibra el alma con una mezcla de esperanza y miedo.
Porque si amás como decís que amás la lluvia, el sol y el viento…
¿qué harás conmigo cuando mis emociones se vuelvan tormenta?

¿Saldrás a mojarte conmigo o abrirás tu paraguas?
¿Buscarás sombra cuando mi luz te encandile?
¿Cerrarás la ventana si mi amor sopla fuerte y desacomoda tu mundo?

Tengo miedo, sí.
Pero no del amor.
Temo al amor que se queda en palabras.
Al que suena lindo pero no se sostiene.
Al que se recita, pero no se habita.
Al que promete, pero no permanece.

Porque aprendí —y lo aprendí con el cuerpo, con el alma, con cicatrices que no se ven—
que el amor real no teme al viento, ni al sol, ni a la lluvia.
El amor verdadero se moja, se quema, se despeina.
Se queda, aunque tiemble.
Abraza, aunque duela.
Acompaña, incluso en el silencio.
Y no se va cuando aparecen las sombras.

Por eso, cuando decís “te amo”, yo miro tus manos:
Si están abiertas para abrazar o cerradas para protegerse.
Miro tus pasos: si se acercan cuando tiemblo o se alejan cuando ya no sonrío.
Escucho tu silencio: si acompaña o si se vuelve distancia.

Yo no quiero un amor de cartón pintado.
No quiero un amor de metáfora.
Quiero un amor que se quede cuando arda.
Que camine conmigo bajo la lluvia sin apurarse a huir.
Que respire conmigo cuando el aire escasee.
Que me abrace en la oscuridad sin exigirme que sea siempre luz.

Quiero un amor que me viva, no que me recite.
Que me sienta, no que me idealice.
Que entienda que también soy lluvia, sol y viento…
y aún así, elija quedarse.

Y si alguna vez te digo “yo también te amo”,
te prometo que será con las ventanas abiertas,
sin paraguas, sin sombra,
con todo el viento, el sol y la lluvia que habitan en mí.
Con lo imperfecto, lo real, lo eterno.

Porque el amor verdadero no se dice: se demuestra.


✍️ Rubén Gustavo Ayala Williams
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📅 17 de julio de 2025





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