Carta A mi hijo Isaías Benjamín: En el silencio de un cumpleaños sin abrazos !!

 

A mi hijo Isaías Benjamín: En el silencio de un cumpleaños sin abrazos

Por Palabras, Solo Palabras

Hoy es 10 de julio y no es un día cualquiera.
Hoy, hijo mío, es el día en que la vida me regaló la dicha de tenerte, de mirarte por primera vez, de escuchar tu llanto y de saber, sin ninguna duda, que mi corazón nunca volvería a ser el mismo. Hoy, hace catorce años, naciste vos, Isaías Benjamín, y desde ese instante supe que la palabra amor tenía un nuevo significado.

Te elegí tu nombre con esperanza y con fe.
Isaías, que en la lengua de los antiguos significa “Dios es salvación”. Y fuiste eso para mí, hijo: un mensaje divino en medio de mi vida, una luz que vino a traerme sentido, a rescatarme de tantas sombras.
Y Benjamín, que significa “Hijo de mi mano derecha”, el más pequeño, el predilecto, aquel que ocupa un lugar sagrado en el corazón de su padre.

Desde que tenías apenas dos meses fuiste mi compañero de días y de sueños. Te llevaba en el huevito del auto, con esa mezcla de ternura y orgullo que solo un papá siente cuando su hijo lo mira como si fuera su mundo entero. Después vinieron los primeros pasos, los juegos, los abrazos interminables. Te llevé al jardín de infantes, te esperé en la puerta de la escuela, escuché cada historia que traías de regreso con tus ojos brillando de curiosidad. Eran días sencillos pero inmensamente felices, y yo no imaginaba que algún día la vida nos separaría de esta manera.

Hoy, hijo amado, quiero decirte algo que me nace del alma y que me pesa en el pecho desde hace años: Perdón.
Perdón por los momentos en los que te fallé, por los errores que cometí sin intención, por no haber sabido resguardar ese vínculo sagrado entre un padre y su hijo.
Te pido perdón por cada lágrima que tal vez causé, por cada ausencia que no pude evitar, por las veces en que el dolor o la confusión me dejaron sin fuerzas. Yo también fui un ser humano frágil, con heridas, con miedos, con decisiones torpes… pero nunca dejé de amarte.

Hace siete años que no puedo abrazarte, que no puedo ver tu rostro ni escuchar tu voz.
Siete años en los que no conozco cómo creciste, cómo cambió tu sonrisa, cómo es tu mirada hoy.
No te conozco físicamente, y eso duele más que cualquier distancia.
Ojalá que, aunque haya pasado tanto tiempo, vos puedas reconocerme.
Daría cualquier cosa por volverte a abrazar, por sentir tu cuerpo cerca, por susurrarte al oído que sos el amor más grande de mi vida.

Hace siete años que la distancia, el silencio y las palabras de otros han intentado borrarme de tu vida. Me duele saber que tu madre dice que ya no querés verme, que yo quedé fuera de tus días, de tus gestos, de tus sueños. Me duele en lo más profundo de mi ser no poder estar ahí hoy para verte soplar las velas, para darte un abrazo, para regalarte algo sencillo que te recuerde que siempre estuve y sigo estando.

Pero aunque no pueda hacerte un regalo material, te entrego algo más valioso: te entrego mi amor eterno y mi promesa de espera.
Porque un padre verdadero no se rinde.
Un padre verdadero no deja de amar, ni siquiera cuando le niegan los abrazos, ni siquiera cuando las puertas se cierran.
Mi amor por vos, Isaías Benjamín, es una raíz profunda que ni el tiempo ni la distancia pueden arrancar.

Le pido a Dios todos los días que te cuide, que te abrace en mi lugar, que te llene de luz, que te dé paz y alegría. Y le pido, con todo mi ser, que algún día puedas mirar dentro de tu corazón y saber que acá estoy, siempre estuve, siempre estaré.
Sin reproches. Sin rencores. Solo con amor.

Feliz cumpleaños, hijo de mi alma.
Te amo con cada latido de este corazón que nunca se olvidó de vos.
Y te esperaré… hasta que la vida nos vuelva a encontrar.

Porque Jamas es tarde para volver a empezar de nuevo.

Te dejo mi numero de telefono 11 2049 8052






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