Querido pasado,

 Querido pasado,

gracias por lo vivido,

por las luces y las sombras,

por lo que me diste

y por lo que me quitaste.

Te elegí en aquellos días inciertos

cuando no sabía lo que hoy comprendo,

y aunque algunas decisiones dolieron,

sé que fueron el puente hacia mi crecimiento.

No me juzgo más por mis errores,

porque de cada caída

surgió una semilla de sabiduría.

De la traición aprendí el valor de la lealtad,

y del abandono, la fuerza del amor propio.

Del dolor profundo brotó la compasión,

y en medio de la oscuridad,

aprendí a mirar hacia la luz.

Gracias,

porque aunque muchas veces te lloré,

me diste la raíz de quien soy hoy.

Te suelto con honra,

porque ya no me defines,

solo me enseñas.

Hoy camino hacia adelante,

con la mirada alta,

el alma en paz,

y la fe encendida.


Ruben Gustavo Ayala Williams

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