Recuperar lo que es mío

 Recuperar lo que es mío

Me creyeron muerto. Pensaron que el dolor, el abandono y la injusticia habían terminado de sepultarme. Se convencieron de que jamás volvería, de que mi voz se había apagado y mi sombra se había desvanecido en el olvido. Mientras yo caminaba por senderos de soledad y noches sin respuestas, ellos celebraban, disfrutaban lo que no les pertenecía, creyéndose dueños de lo que con esfuerzo y amor construí.

Pero aquí estoy. No vencido, no derrotado, sino más fuerte, más consciente, más determinado. Porque aunque me arrebataron mucho, nunca pudieron quitarme lo más grande: la presencia de Dios a mi lado. En los días más oscuros, cuando creí que todo estaba perdido, Él me sostuvo. Cuando el mundo me dio la espalda, Él nunca me soltó. Me enseñó que el verdadero final no es la caída, sino la renuncia. Y yo nunca renuncié.

Vuelvo, no con odio ni rencor, sino con la certeza de que lo que es mío me pertenece. No me lo regalaron, no me lo prestaron, lo construí con mi vida, con mis manos, con mis lágrimas. Y nadie tiene el derecho de arrancarme de mi propia historia.

Hoy regreso por todo lo que me quitaron. Mi hogar, mi lugar, mi mundo. Pero sobre todo, vuelvo a reclamar mi esencia, mi dignidad, mi derecho a existir y a ser quien siempre fui. No soy un fantasma del pasado. Soy un hombre que resurge, que se levanta, que vuelve con la mirada al frente y el alma intacta.

Porque el tiempo puede borrar huellas, pero nunca la verdad. Y mientras ellos me creían vencido, Dios ya había preparado mi victoria.

Cuando volví, con el corazón abierto y las manos dispuestas a recuperar mi vida, Él solo me dijo: “Te estaba esperando.”

Ruben Gustavo Ayala Williams

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